La histórica sequía que golpea al Cuerno de África resulta de una combinación de escasez de lluvias con elevadas temperaturas que no hubiera podido producirse sin las emisiones humanas de gases de efecto invernadero, sostiene un informe científico publicado este jueves.
“El cambio climático provocado por las actividades humanas centuplicó las probabilidades de sequía agrícola en el Cuerno de África”, señala el informe de World Weather Attribution (WWA), una red mundial de científicos que evalúa la relación entre eventos meteorológicos extremos y los trastornos del clima.
Los países del Cuerno de África (Etiopía, Eritrea, Somalia, Yibuti, Kenia y Sudán) sufren desde finales de 2020 la peor sequía que golpea a esa enorme península del este del continente desde hace cuatro décadas.
Cinco temporadas de precipitaciones insuficientes diezmaron los ganados y destruyeron las cosechas.
Según la ONU, unas 22 millones de personas están amenazadas por la hambruna en Etiopía, Kenia y Somalia, un país confrontado además a una insurrección islamista.
Según los 19 científicos que elaboraron el informe, el cambio climático tuvo “poco efecto en la pluviometría anual” reciente. Pero influyó enormemente en la elevación de las temperaturas, que acelera la evapotransporación, con el resultado de una desecación récord de los suelos y de las plantas.
“Fue por el cambio climático que esta sequía se convirtió en tan grave y excepcional”, resumió la climatóloga Joyce Kimoutai, que figura entre los autores del informe, en una rueda de prensa telefónica.
LAS CINCO TEMPORADAS DE LLUVIA MÁS SECAS
La red WWA, fundada por prestigiosos climatólogos, es una organización respetada por su capacidad de mostrar los vínculos entre fenómenos meteorológicos extremos y el calentamiento global.
Sus resultados no siguen el largo proceso de publicación de las revistas científicas, pero sí que se elaboran a partir de una metodología científica.
En este caso, la WWA basó su estudio en tres de las zonas más afectadas del Cuerno de África: el sur de Etiopía y Somalia y el este de Kenia.
Comprobó que en esos territorios la desregulación climática modificaba de manera opuesta las dos temporadas de lluvia. Es decir, la estación más lluviosa “se volvía más seca y un déficit de precipitaciones resultaba dos veces más probable”, mientras que “la corta estación se volvía más húmeda”.
En los últimos años, sin embargo, “esta tendencia húmeda de la corta estación quedó tapada por el fenómeno climático de La Niña”, que disminuye las lluvias tropicales y del que no se dispone de ninguna prueba de que esté influenciado por el cambio climático.
Esta convergencia de factores se sumó a un aumento de las temperaturas, lo que provocó una desecación récord de los suelos y las plantas. Todo ello contribuyó a una sucesión de cinco temporadas con históricas sequías.
“El cambio climático ha sido una condición necesaria para que una sequía tan grave pueda producirse”, destacan los científicos.
Poco habituales hasta ahora, estas sequías tienen un 5% de probabilidades de reproducirse cada año, según el informe.