Con una política de indiferencia por parte del Instituto Nacional de Migración (INM) y sin claridad sobre los acuerdos realizados con Estados Unidos ante la extensión del Título 8 a todas las nacionalidades, hoy se cumplen dos meses del incendio ocurrido en la estancia provisional del puente internacional Lerdo, en el que perdieron la vida 40 migrantes.
“Persiste una política de mucha indiferencia, a dos meses no hemos visto realmente un interés concreto para que cambie la situación migratoria aquí y para poder atender de manera digna a los migrantes; no tenemos claridad sobre el acuerdo con Estados Unidos, y –Francisco– Garduño –comisionado nacional del INM– sigue declarando cosas”, como que las estancias provisionales son un albergue, señaló Cristina Coronado, responsable del comedor para migrantes de la Catedral Nuestra Señora de Guadalupe.
Después de orar por quienes perdieron la vida cuando estaban detenidos en busca de llegar a los Estados Unidos, ayer, como cada mañana, los propios migrantes encendieron una cruz formada por 40 veladoras en el centro del comedor católico, que entre lunes y viernes sirvió alrededor de 2 mil platillos.
Entre sus comensales, aproximadamente 400 diarios, se encuentran tanto personas que arriban por primera vez a Ciudad Juárez como venezolanos que han sido devueltos de Estados Unidos bajo el Título 8, algunos de ellos tras firmar una salida voluntaria.
Coronado recordó que los 68 migrantes que murieron o resultaron heridos el 27 de marzo de este año en la estancia provisional del INM estaban en Ciudad Juárez, y estaban detenidos, debido a los acuerdos y a las políticas de ambos países. Y, que aunque las políticas han cambiado, los acuerdos binacionales mantienen a los solicitantes de asilo en México.
Estados Unidos informó que ante el fin del Título 42, el Gobierno de México acordó recibir a 30 mil migrantes de Venezuela, Nicaragua, Cuba y Haití cada mes; sin embargo, las autoridades mexicanas no han informado cuántas personas recibirá cada ciudad, qué documentos les otorgarán para que puedan permanecer en México ni en qué condiciones los recibirán.
“Migración no ha dado la cara, ellos siguen trabajando como si no hubiera pasado nada en su sistema migratorio. Migración sigue trabajando como si este flujo (de extranjeros deportados) no existiera. Aceptan gente expulsada, retornada, no sé cómo llamarlos, los aceptan pero sin nada. Entonces, no cambió nada, porque antes al menos sabíamos qué estaba pasando, ahora no”, reclamó la coordinadora del Ministerio para Migrantes de la Sociedad Misionera de San Columbano.
De acuerdo con las autoridades locales, actualmente permanecen albergados y en el campamento temporal más de 2 mil 100 personas en situación de movilidad, tanto mexicanas como extranjeras, pero todos los días arriban nuevos grupos desde el sur de México o de Estados Unidos.
Mientras que el puente internacional Paso del Norte recibe a los connacionales repatriados, los cruces de Zaragoza y San Jerónimo se han convertido en el paso de los extranjeros devueltos a esta ciudad, sin que exista una cifra oficial de cuántos cada día.
“ Por qué siempre tenemos que estar pidiéndoles cuentas?, ¿por qué cuando es un tema que es muy desafiante y que estamos obligados todos a trabajar en conjunto por ellos y por la comunidad?. Es muy peligrosa la indiferencia de Migración, como si fueran cosas. Aceptaste con Estados Unidos recibirlos aquí, pero ¿qué va hacer el Gobierno federal? Siempre tenemos que exigir, demandar. Deben de decir cuáles son los compromisos que firmaron, es una responsabilidad el anunciarlos”, dijo la activista.
“Migración está indiferente, no hay una declaración amplia, al menos del nuevo delegado –Manuel Alfonso Marín Salazar, titular de la Oficina de Representación del INM en Chihuahua–; seguramente se está reuniendo con algunos actores, pero deben ser actores que están más arriba. A mí me gustaría verlo recorriendo los albergues”, señaló.
La muerte de los extranjeros provocó miedo, tristeza e incertidumbre entre los migrantes que permanecieron en Ciudad Juárez o que arribaron posteriormente; sin embargo, su necesidad de cruzar la frontera continúa.
“Hay una tristeza en general debido al cambio de política, pero también hay un cambio de actitud de las personas, están más abiertas, pero hay tristeza por lo ocurrido”, comentó la activista Rosa Mani Arias.
Ayer, dos mexicanos que recorrían las calles del Centro de la ciudad en busca de un albergue llegaron hasta el exterior del INM. Cada uno con una mochila sobre la espalda y el semblante de cansancio, caminaron bajo el sol en busca de refugio, después de haber tenido que huir de la violencia que se vive en su comunidad.
Después de comer en la Catedral, tres venezolanos también caminaron hasta el campamento temporal instalado apenas a unos metros del río Bravo/Grande y el muro fronterizo. En su recorrido, pasaron frente al edificio federal que aún muestra a través de sus pequeñas ventanas las huellas del incendio.
“Aquí murieron los panas”, comentaban al ver un cordón amarillo y un montón de zapatos sin cintas que permanecen en su exterior, a unos metros de una camioneta van del INM con un neumático ponchado.
Sobre la calle General Rivas Guillén, ayer continuaba el altar en honor a los extranjeros que murieron en el incendio, protegido con una carpa blanca con azul, lleno de veladoras apagadas, con los rostros de algunas de las víctimas, una imagen de la Virgen de Guadalupe y la leyenda: “40 sacrificios por el sueño de miles de personas”.
“¿Y la justicia?, ¿qué va a pasar con la investigación imparcial?, ¿qué va a pasar con decir qué sucedió ahí? Garduño es responsable, porque si algo pasa aquí me van a responsabilizar a mí directamente, pero yo creo que no ha querido asumir con responsabilidad lo que pasó el día del incendio. Pero tienen que dar la cara”, dijo Coronado.
Mientras tanto, cientos de familias han sido separadas en la frontera, mexicanos y extranjeros han sido devueltos a Ciudad Juárez bajo el Título 8, algunos trasladados por el INM hasta Zacatecas; decenas ingresan diariamente a Estados Unidos a través de la aplicación móvil CBP One y miles más permanecen en esta frontera en espera de lograr una cita.
“Ser migrante no es fácil”, reclamó entre lágrimas y gritos Ana, de 13 años, el lunes 22 de mayo a los policías municipales que desalojaron el campamento frente al INM, en el que hace un mes, Fernando, un venezolano narró que él estuvo detenido en la estancia provisional, hasta que aproximadamente una hora antes del incendio fue devuelto a la Ciudad de México, y fue testigo de que los guardias de seguridad les ofrecían un cigarro de mariguana y un encendedor por 20 pesos.
Fernando fue expulsado ese día de Estados Unidos bajo el Título 42, al igual que otros migrantes que murieron en el incendio, por lo que hace unas semanas decidió cruzar la frontera sin entregarse con los agentes de la Patrulla Fronteriza; mientras que Ana finalmente podrá ingresar a Estados Unidos a través de CBP One.