Aunque la “operación militar especial” pronto cumplirá 14 meses de iniciada, Rusia no tiene la intención de modificar los dos objetivos principales –“desmilitarizar” y “desnazificar” Ucrania– que el presidente Vladimir Putin proclamó el 24 de febrero de 2022 cuando dio la orden de invadir el vecino país eslavo.
Lo reiteró este martes, sin dejar lugar a dudas, al reunirse en Moscú con un grupo de los llamados “enviados de guerra”, reporteros y blogueros rusos “incrustados” en las tropas de este país que informan en las redes sociales sobre lo que perciben desde distintos puntos del frente y que muchas veces no coincide con los comunicados del ministerio de Defensa rusos, la única versión oficial, según la ley.
Putin, en alusión a los bombardeos ucranios de localidades rusas, considera que no tiene sentido atacar objetivos civiles. Por coincidencia, este martes un misil ruso cayó sobre un edificio de viviendas en Krivoy Rog, la ciudad natal del presidente ucranio, Volodymir Zelensky. Al menos 11 personas murieron y hay muchos heridos y desaparecidos.
El mandatario ruso volvió a repetir todo lo que, desde su punto de vista, llevó a la situación actual: que en Ucrania hubo un golpe de Estado; que el gobierno “neonazi” empezó a perseguir a la población de origen ruso; que el Estado ruso nada tuvo que ver con la “rebelión” de los habitantes pro rusos del sureste ucranio; que en efecto hubo “voluntarios” rusos que trataron de ayudar, pero sin que el Kremlin les diera armamento u otro tipo de apoyo; que la alianza noratlántica rechazó la propuesta de Rusia para evitar la guerra, por mencionar sólo algunas de sus razones.
“Nos obligaron a defender a nuestra gente. Simplemente nos obligaron. Durante nueve años tratamos de buscar una solución negociada a cómo insertar el sureste de Ucrania en el resto del país. Lo queríamos sinceramente. Ahora sabemos que nuestros así llamados socios simplemente nos engañaron. Como se dice en lenguaje popular: nos vieron la cara. Y no querían cumplir ningún compromiso asumido y llegamos hasta aquí”, reflexionó el mandatario.
“Y pusieron en un pedestal a un mentecato como (Stepan) Bandera (líder ultranacionalista que se alió con la Alemania hitleriana para luchar contra la Unión Soviética de Iosif Stalin). Que no quieren comunismo, qué importa, quién lo quiere. Que reniegan de Lenin, el fundador de Ucrania, es asunto de ellos. Pero convierten en héroe nacional a Bandera, un fascista. No entiendo como una persona que gobierna Ucrania y tiene sangre judía en sus venas (el presidente Volodymir Zelensky) apoya a los neonazis”, continúo.
Según Putin, cuando en las negociaciones de Estambul el año pasado, Rusia exigió que Ucrania tomara medidas legislativas para frenar el neonazismo Kiev cedió y, entonces, Moscú “retiró como gesto de buena voluntad” sus tropas. Después de esto, lamentó, desconocieron todos los acuerdos.
Ucrania sostiene que en Estambul ofreció no ingresar en la alianza noratlántica y declararse país neutral a cambio de recibir garantías internacionales de no ser atacada y de dejar pendiente el estatus de Ucrania durante diez años para buscar una solución para la península, incluido un posible referendo organizado por Naciones Unidas. Rusia no estuvo de acuerdo y las negociaciones terminaron de manera abrupta después de que sus tropas, al no poder avanzar hacia Kiev, se replegaron antes.
El presidente ruso está convencido de que Ucrania inició el 4 de junio, “una ofensiva en gran escala” pero “una semana después, nada ha conseguido y sufre pérdidas catastróficas: 160 tanques y 360 carros blindados”. Optimista, estimó: “Nosotros, perdimos sólo 54 tanques, pero tenemos diez veces menos bajas que ellos”.
Para Putin, cuando la ofensiva ucrania termine, el ejército ruso tiene previsto contraatacar dependiendo del potencial que tengan las tropas ucranias. “Veremos cuál es la situación y dependiendo de ello vamos a dar los próximos pasos”, señaló y mencionó que hay “varios planes”, pero “todos son secretos, así que no voy a revelar detalles”.
El titular del Kremlin sostiene que Ucrania bombardeó deliberadamente con misiles estadunidenses Himars la presa de la hidroeléctrica de Kajovka, lo que provocó la inundación de la región de Jersón a ambos lados del río Dniéper, aunque admitió que “la parte rusa no detectó grandes explosiones antes de que se destruyera el dique de contención” que soltó el torrente de agua del embalse.
“No obstante, voy a decir algo que puede sonar raro: lamentablemente esto (la destrucción de la presa) frustró la contraofensiva (ucrania) en este frente”, porque, agregó con ironía, “estábamos preparados para darles el recibimiento que se merecen”.
En relación con las incursiones en Belgorod y otras regiones colindantes de Rusia de grupos de rusos que se dicen enemigos del Kremlin, Putin afirmó que ahí “operan mercenarios polacos” (país miembro de la alianza noratlántica).
“Estamos trabajando para que la sociedad sepa que detuvimos a agentes de los países vecinos”, anunció el jefe del Ejecutivo ruso pero –añadió– “nosotros somos un Estado, no un régimen terrorista (como el de Ucrania) que tiene severas reglas de contraespionaje. Creo que debemos aplicar las mismas restricciones”.
Por ello, “si esto continúa (las incursiones), posiblemente tendremos que estudiar la cuestión, y esto lo digo con mucho cuidado, de crear en el territorio de Ucrania una suerte de ‘zona sanitaria’ a una distancia que haga imposible alcanzar nuestro territorio”. Tan sólo la región de Belgorod comparte 540 kilómetros de frontera con Ucrania.
Ante las quejas de que no hay suficientes municiones en el frente, Putin reviró: “En un año la producción de los principales tipos de armas casi se triplicó y en los rubros más demandados, el incremento alcanzó 10 veces”, pero reconoció que, pese al rearme que empezó hace ocho años, el ejército ruso tiene necesidad de más proyectiles de alta precisión, equipos de comunicaciones y drones.
“Durante la operación militar especial quedó claro que había muchas cosas que faltaban (…) Debemos fabricar, por ejemplo, drones, de ataque e inteligencia. Pero esto requiere tiempo”, precisó.
Ucrania, en cambio, recibe todo el armamento de Estados Unidos y sus aliados, mientras su industria militar casi no puede producir nada, comparó Putin.
“El complejo militar industrial ucranio simplemente no existe. ¿Qué produce? Les traen las municiones, les traen el equipamiento, les traen las armas, les traen todo. Así no se puede sobrevivir, no se puede aguantar mucho tiempo”, apuntó.
El mandatario ruso dejó entrever que Rusia está considerando retirarse del llamado pacto de los cereales, alcanzado en Estambul con la mediación de Turquía y de Naciones Unidas, porque “lamentablemente nos han vuelto a engañar, no hicieron nada para liberar los suministros a otros mercados. Me refiero al flete, el seguro, las transferencias bancarias y la conexión del banco ruso Rosseljozbank al sistema Swift”.