“La tendencia a la baja de las tasas de desempleo juvenil en la mayoría de las regiones, aunque no en todas, es una buena noticia. Pero el desempleo no es la única señal de viento en contra del éxito de los jóvenes en el mundo del trabajo. Sólo el 6% de la población mundial de jóvenes estaba desempleada, pero una proporción mucho mayor, el 20.4% no tenía empleo, ni estudiaba ni recibía formación”, señala la OIT en el informe Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2024 (GET for Youth).
Los jóvenes que están fuera del mercado de trabajo y del sector educativo enfrentan un doble reto, la participación laboral y los estudios; a diferencia de los que están en desocupación, los cuales se encuentran en una búsqueda activa de trabajo.
La disminución del desempleo juvenil es parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados por las Naciones Unidas en 2015. Sin embargo, el avance no se ha sido uniforme entre economías avanzadas y emergentes.
El 33% de las personas fuera del sistema educativo y laboral vive en países que están “alejados de cumplir” los ODS, señala la OIT.
Estas disparidades son preocupantes en economías con ingresos bajos, como algunos Estados Árabes y africanos. Para las mujeres jóvenes, la situación es aún más alarmante, ya que dos de cada tres que no trabajan ni estudian en el mundo son mujeres, una proporción que duplica a los hombres en la misma situación.
En contraste, en los países avanzados, la proporción de jóvenes con empleo remunerado y seguro es mucho mayor, alcanzando el 76%, según las últimas cifras del organismo internacional.
“La creciente precarización del trabajo es una fuente de ansiedad entre los jóvenes que buscan avanzar hacia la independencia económica y las etapas siguientes de la vida adulta”, afirma Gilbert F. Houngbo, director general de la OIT.
Desafío para el empleo juvenil
La OIT destaca que los jóvenes están experimentando signos crecientes de niveles de ansiedad respecto a su futuro. Se sienten estresados por la situación económica, una estabilidad emocional, la falta de movilidad social entre generaciones y sus perspectivas de una eventual independencia financiera. Esta incertidumbre afecta su bienestar personal y motivación para tomar decisiones sobre su carrera académica o laboral
A pesar de la disminución del desempleo juvenil, la tasa del 6% se suma a la “problemática” de los jóvenes que no están ocupados en estudios ni en el mercado laboral. Esta situación impulsa a muchos a aceptar trabajos precarios e informales debido a la necesidad de ingresos.
Otro desafío que genera ansiedad entre los jóvenes a nivel global es la existencia de un número limitado de puestos de trabajo que requieren habilidades cualitativas y blandas.
Esto resulta en una mayor competencia entre jóvenes con estudios en búsqueda de empleo. El organismo asegura que este escenario está contribuyendo a la percepción de que la educación académica por sí sola no garantiza una incorporación exitosa al mercado laboral.
Y esta es una razón por la cual la motivación de estudiar disminuye en los jóvenes, al tener un paradigma de que la formación académica no es suficiente para sumarse al mundo del trabajo.
A pesar de que actualmente los jóvenes tienen más oportunidades para continuar sus estudios, con un 48% en algún tipo de escolarización en comparación con el 38% en el año 2000, la motivación para estudiar puede disminuir si se percibe que la educación no es suficiente para obtener un empleo estable.
“Ninguno de nosotros puede esperar un futuro estable cuando millones de jóvenes de todo el mundo no tiene un trabajo decente y, en consecuencia, se sienten inseguros e incapaces de construir una vida mejor para ellos y sus familias. Las sociedades pacíficas dependen de tres ingredientes fundamentales: estabilidad, inclusión y justicia social; y el trabajo decente para los jóvenes está en el centro de los tres”, afirma Gilbert F. Houngbo.
Houngbo añade que aún es necesario implementar más estrategias para mejorar la empleabilidad de los jóvenes y su integración en el mercado laboral. En ese sentido, la OIT recomienda lo siguiente:
- Inclusión laboral durante la formación educativa, para facilitar la transición de la escuela al trabajo y formar las competencias de los jóvenes a las necesidades del mercado.
- Políticas económicas y de mercado orientadas a jóvenes desfavorecidos socialmente, para impulsar la creación de puestos de trabajo y acceso a financiamientos para la formación.
- Fomento de una cultura organizacional y el espíritu empresarial para motivar a los jóvenes a ser parte de la fuerza laboral de una compañía.
- Derechos laborales basados en normas internacionales para garantizar que los jóvenes disfruten de igualdad de trato entre los jóvenes vulnerables y los que no lo son.
Las Organización Internacional del Trabajo hace un llamado a incrementar las inversiones en políticas de integración de empleo juvenil continuo, y apoyar a los países de ingresos bajos a luchar por encontrar un espacio fiscal necesario para contar con más recursos económicos para esos fines.
Para enfrentar los desafíos que los jóvenes se encuentran en el mercado laboral, es crucial que se implementen políticas efectivas en educación, empleo y apoyo social. Sólo a través de un enfoque integral que promueva la inclusión y garantice igualdad de oportunidades se podrá construir un fututo más prometedor y estable para la juventud global.