A San Lorenzo en Juárez se le reza de mil maneras: se le ofrecen las rodillas sangrantes por andar sobre ellas, veladoras largas, oraciones interminables, eucaristías a todas horas, flores, trenzas de cabello, rosarios
Rafael Núñez, originario de Jiménez, Chihuahua, tiene su propia forma de agradecerle al santo y de venerar a su Dios, “entregándole nuestros rezos con nuestros pies”.
El hombre, que viste un taparrabos negro con motivos prehispánicos, chaparreras con plumas oscuras y un pecho de más plumas oscuras verdosas tapan su torso desnudo. Minutos antes había más plumas sobre su cabeza, en el penacho, pero ahora sólo se ve su cabello cano. Tiene 47 años en la danza azteca.
Estuvo junto con unos 20 integrantes más de ese grupo de danza, una mezcla entre originarios de Juárez, Jiménez, El Paso, Torreón y hasta Monterrey. Fueron convocados para bailarle a San Lorenzo durante su fiesta patronal la mañana de ayer sábado por más de dos horas.
Esa danza la inició en Ciudad Juárez Manuel Cano Vicuña, cerca de los 1950. Luego se conectaron con decenas de danzantes en todo el país y hasta se organizaron en una jerarquía que los mantiene comunicados y a la orden para apoyarse en eventos de magnitud tal como la fiesta del que llaman patrono de esta frontera: San Lorenzo.
Para Rafael “es una cosa muy bonita. Le echamos ganas a nuestra devoción. Hay mucha satisfacción de estar bailándole a nuestro padre Dios”.
Son distintas a otras danzas, pues llevan penachos con plumas con apariencia más natural, usan laúdes y caracoles para danzar, golpean tambores de manufactura más tradicional y hasta las percusiones que realizan las hacen con todo el instrumento y no sólo con el cuero.
Usan incensarios, hay mujeres vestidas de blanco, aunque los pasos parecen similares.
“Es una sola familia. Nos diferencia la disciplina, nuestro modo de actuar y de danzar”, asegura Manuel, quien ya no puede bailar porque se enfermó hace unas temporadas, y ahora ofrece bebida y comida gratis a los danzantes.
Sus valores, dice, son la unión, la conformidad y la conquista.
Pero también vinieron de otros estados. Desde Coahuila, del ejido La Luz, llegó la Danza San Isidro Labrador, encabezada por Rosa Isela Canales.
Ella contó que tienen 30 años viniendo a esta ciudad con su danza para agradecer, “a pagar mandas, a pagar favores recibidos” por el santo español que tanto es querido en Ciudad Juárez.
Platicó Rosa que “la mayoría de la gente que venimos de allá venimos a agradecer algo a San Lorencito; la gente de mi rancho tiene mucha familia aquí. Venimos a ver a los paisanos, y aunque es patrón aquí de Juárez, está muy arraigado allá con nosotros”.
Es una danza distinta. No es de arco y flecha o sólo de acayachtli (sonajas), sino que llevan vestimentas muy tradicionales. Faldas rojas con detalles amarillos, blusas blancas con un una banda transversal azul y en la espalda una manta con la imagen de San Isidro Labrador. Algunas de las chicas usan sombreros con joyas de fantasía cubriendo sus rostros, y hay tres de las danzantes, niñas de entre 8 y 10 años, que visten todo blanco y están al frente llevando juntas el mismo paso, separadas del resto.
Quienes usan las faldas rojas son en su totalidad adolescentes; no visten corona ni penacho, pero en sus manos llevan un pedazo de madera con una estructura mediana adornada de plumas de colores rosa, azul y amarillo, por eso son Danza de Pluma, y se mueven con los tambores y con el ritmo que les marca un violín.
Rosa Isela contó que una de esas danzantes el año pasado estuvo enferma y no pudo asistir a esta fiesta fronteriza, pero que ella le pidió a San Lorenzo por su salud, y como ella mejoró, ahora toca venir a agradecer.
Así le agradecieron al menos una decena de grupos ayer antes del mediodía a San Lorenzo, danzando, en medio del segundo día de la fiesta patronal en la iglesia ubicada en el cruce de la avenida Valle de Juárez y calle Fray Junípero Serra.
No tan lejos de las danzas y tambores había venta de comida, antojitos mexicanos, bebidas refrescantes y dulces, pero también había ropa, lentes, plantas y hasta trastes de plástico y todo tipo de aplicaciones para la cocina. Estos puestos mantienen abarrotada la plaza frente a la iglesia, entre arbustos aplastados por las mesas, conexiones eléctricas aparentemente inseguras, aunque por otra parte la limpieza de los puestos, que mantuvieron cerca tambos de basura que constantemente pasaban al servicio de Limpia del Gobierno municipal.
Contrario a los puestos, el perímetro del templo se observó lleno de botellas, utensilios y trastes desechables y comida tirada, sin que se viera a los trabajadores públicos ingresar para vaciar los saturados botes de basura.
La fiesta por el aniversario luctuoso del mártir de origen español santificado continuará hasta hoy, por lo que la ciudadanía juarense aún puede disfrutar de la comida, juegos mecánicos y bebidas, además de que pueden acudir a las diferentes celebraciones eucarísticas que se harán en el santuario.