ASÍ OPERA EL NARCO MEXICANO EN ECUADOR

Durante la última década, Ecuador ha pasado de ser un país de tránsito a un país emisor de droga, un cambio, según analistas, impulsado en gran medida por reformas fallidas, falta de decisiones políticas, corrupción institucional y abandono estatal en todas las esferas de la vida pública.

La nueva dinámica del narcotráfico, bajo el mando de los grupos del crimen organizado mexicanos y albaneses, ha colocado al país andino como el tercero con más incautaciones de cocaína a nivel global, y a Europa como la principal región de destino.

El saldo, sin embargo, ha sido una ola de violencia sin precedentes, que ha impactado la vida cotidiana de los ecuatorianos y ha devenido en un éxodo masivo de personas que escapan hacia el norte del continente.

“En la última década se han dado cambios en los patrones de la actividad delictiva así como un auge de la producción de la hoja de coca en Colombia que le han dado a Ecuador un papel más destacado en esta cadena de suministro de narcóticos, y ahora ha profundizado su participación en lo que es producción, refinación, almacenamiento y transporte de droga”, explica a REFORMA Glaeldys González, fellow de Crisis Group, especializada en los países andinos de Ecuador, Perú y Bolivia.

Frente a las 82 toneladas de cocaína incautadas en 2019, en los últimos tres años, Ecuador ha registrado decomisos récord de esa droga: 128 toneladas en 2020, 210 en 2021 y 175 en 2022.

Las cifras colocan a la nación solo por detrás de Colombia y Estados Unidos, el principal país de oferta, y el principal país de demanda, respectivamente.

La ruta del tráfico desde Ecuador también ha cambiado de destino desde 2019 y 2020, según expone a REFORMA Arturo Torres, periodista ecuatoriano especializado en narcotráfico y crimen organizado.

Antes de esos años, señala, se calcula que entre un 60 y 70 por ciento de la coca se iba hacia Centroamérica o Estados Unidos, y el resto hacia Europa y otros países.

Alrededor de la década de los 90, Ecuador, por su ubicación geográfica, era identificado como un país de tránsito para la hoja de coca producida en Perú y que se traficaba hacia Colombia.

Sin embargo, un hecho que agitó las aguas se remonta a principios de siglo, en el 2000, cuando el Gobierno del entonces Presidente Jamil Mahuad convirtió a la nación en una economía dolarizada para intentar atajar una profunda crisis financiera que había devaluado completamente la moneda nacional, el sucre.

Adoptar el dólar como moneda facilitaría, por una parte, el blanqueamiento de dinero y otros negocios ilícitos en el país que entonces comenzaron a gestarse de manera un tanto silenciosa, pero, por otra, agravaría aún más la situación económica de los sectores más empobrecidos, abunda González.

Los cambios en la dinámica criminal tuvieron un mayor impulso tras la llegada a la Presidencia de Rafael Correa, en 2007. Su Gobierno puso fin a la operación de la base naval estadounidense en Manta, lo que después llevó al país a romper la cooperación antidrogas con Colombia y Estados Unidos.

Los albaneses se instalaron de manera silenciosa en el país y ayudaron a consolidar a Ecuador en la ruta del narcotráfico, especialmente hacia Europa.

“Esto no es muy monitoreado en ese entonces, sino que el Gobierno lo que hace es decir que el único problema que tenía el país era el microtráfico y no el narcotráfico (…), se minimizó absolutamente el tema”.

A decir de Torres, eso fue aprovechado por los grupos del narcotráfico para posicionarse en el país y crear holdings de todo tipo para enviar por mar, dentro de grandes embarques de materias primas, cargamentos de cocaína que tampoco eran descubiertos.

El debilitamiento en el control antidrogas también dejó de lado el seguimiento a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que operaban en la frontera, y que para entonces ya estaban vinculadas con el tráfico de droga.

En 2016, las disidencias de las antigua guerrilla colombiana que no se acogieron al Acuerdo de Paz se involucraron de manera más directa con las bandas del narcotráfico -como el grupo Frente Oliver Sinisterra-, lo que abonó a un cambio en la dinámica criminal.

Ese mismo año también se registró la entrada del Cártel Jalisco Nueva Generación, que al igual que el de Sinaloa y los Balcanes, comenzó a operar con bandas locales, con visitas esporádicas de representantes del grupo mexicano.

Bajo estos cambios, las regiones de Sucumbíos, Carchi y Esmeraldas, fronterizas con Colombia, se consolidaron como los puntos de entrada de la droga colombiana a Ecuador que sería llevada a la costa para su salida a otros países, sostiene González.

La división de las bandas y las disputas por el territorio, a medida que se expandía el negocio del narcotráfico en Ecuador, generaron una ola de violencia histórica en los últimos años.

Las bandas más poderosas en el país son Los Choneros, que trabaja para el Cártel de Sinaloa, y Los Lobos, que lo hace para el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Sin embargo, hay disidentes de esos grupos que formaron células criminales más pequeñas, entre las que se cuenta a Los Chone Killers y los Tiguerones, que trabajan para los albaneses, y que en realidad brindan servicios más diversificados, algunas, sin importar para qué cártel trabajan, explica Torres.

Incluso, según coinciden ambos analistas, varias de esas bandas pequeñas se han involucrado en otros crímenes contra la población que han registrado un alza, como extorsiones, robos y secuestros.

La ola de violencia se intensificó tras el cambio de Gobierno en 2018, con el encarcelamiento de varios de los cabecillas de las bandas locales y el restablecimiento de la cooperación antidrogas con Estados Unidos, señala el periodista.

Con los principales líderes de los cárteles locales en prisión, y el control de las mismas cárceles en manos de los cárteles, la violencia pasó de los penales a las calles, con una serie de hechos violentos que han amenazado la vida cotidiana: coches bomba, explosiones, decapitaciones, enfrentamientos armados, entre otros, especialmente en las regiones de Guayas y Esmeraldas.

La nueva dinámica criminal en Ecuador ha cambiado también de destino, un cambio impulsado por las operaciones de los albaneses.

La demanda en Europa ha generado mejores ganancias para los grupos criminales que la demanda en Estados Unidos, explica Torres.

“Más o menos un kilo de coca aquí en Ecuador digamos que puede estar en mil 500 o mil 700 dólares, y llega a Europa y cuesta 28 mil, 35 mil, 40 mil dólares; en cambio, cuando llega a EU puede estar en unos 20 mil o poco menos quizá, por eso es que no solo subió la demanda en Europa sino que es mucho mejor (la ganancia)”, indica.

En América Latina, también cambió la demanda. Ahora Chile es el principal receptor de la cocaína que sale desde Ecuador.

Apenas en diciembre pasado, el Gobierno de Lasso firmó un convenio con el Gobierno del nuevo Presidente colombiano, Gustavo Petro, para restablecer los controles en las fronteras.

Mientras se intenta frenar la situación, lo que se podría decir es que Ecuador está cumpliendo un papel clave en el tema de cómo operan las transnacionales del narcotráfico y qué potencial tienen para replicar este modelo en otros países y expandir aún más el mercado.

“Ecuador es el laboratorio en este momento de cómo opera, de cómo puede operar el crimen organizado en sus diferentes dimensiones, y esto puede ser replicado en otros países de la región, a mediano o largo plazo, creo yo que eso va a ocurrir”, concluye Torres.

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