Taiwán, gobernada democráticamente y considerada por China como su propio territorio, estaba en alerta ante la posibilidad de más maniobras bélicas desde el discurso pronunciado la semana pasada por el presidente Lai Ching-te con motivo del Día Nacional, un discurso que Pekín condenó después de que Lai dijera que China no tenía derecho a representar a Taiwán, aunque se ofreciera a cooperar con Pekín.
En un comunicado emitido a las 5 de la mañana, el Mando del Teatro Oriental del ejército chino informó que los ejercicios “Espada Conjunta-2024B” se estaban llevando a cabo en el estrecho de Taiwán y en zonas situadas al norte, sur y este de Taiwán.
“El simulacro sirve también como severa advertencia a los actos separatistas de las fuerzas independentistas de Taiwán. Es una operación legítima y necesaria para salvaguardar la soberanía del Estado y la unidad nacional”, afirmó en un comunicado publicado en chino e inglés.
El Ministerio de Defensa de Taiwán condenó enérgicamente el “acto irracional y provocador” de China y añadió que había enviado sus propias fuerzas.
Desde Pekín, las autoridades chinas han reiterado en numerosas ocasiones que la independencia de Taiwán no será tolerada y que no descartarán el uso de la fuerza para impedir la secesión. Los vínculos entre China y la isla de Taiwán, a la que considera una provincia más bajo su soberanía, se rompieron en 1949, después de que las fuerzas del partido nacionalista Kuomintang sufrieran una derrota en la guerra civil contra el Partido Comunista y se trasladaran al archipiélago. Las relaciones se restablecieron solo a nivel empresarial e informal a finales de la década de los 80.