ESTALLA LA CÓLERA SOCIAL EN FRANCIA CONTRA DECRETO DE MACRON

En las calles de las principales de Francia se respira la tensión; las sirenas de las patrullas suenas sin cesar, los colegios (liceos) están rodeados de estudiantes indignados y en pie de guerra, la basura se acumula por miles de toneladas y tanto los sindicatos como los jóvenes que se han sumado de forma masiva a las movilizaciones se resguardan detrás de las barricadas improvisadas para hacerle frente a la policía, que en las últimas horas detuvo a 310 personas según los reportes de la prensa francesa de este viernes.

Es el estallido de la cólera social en Francia a raíz de la aprobación por la vía del decreto de la reforma de las pensiones impulsada por el presidente Emmanuel Macron. Y la respuesta política también está en marcha: en menos de 24 horas ya se presentaron dos mociones de censura, que se votarán en un plazo máximo de dos días y que, además de paralizar la reforma, provocaría la caída del gobierno de la primera ministra Elisabeth Borne.

Francia vive quizá una de las crisis políticas y sociales más convulsas de los últimos años. Macron, en su condición de jefe del Estado, autorizó que la primera ministra del país, Borne, invocara el artículo 49,3 de la Constitución para aprobar por la vía del decreto la reforma de las pensiones, con lo que se saltó la votación que tenía previsto celebrarse ayer en la Asamblea, en donde no tenían los apoyos suficientes para su aprobación.

El plan reformista de Macron pretende aumentar de 62 a 64 años la edad para la jubilación, imponer un año más de cotización para recibir la pensión, en lugar de 42 ahora serán 43, y también eliminará algunas condiciones de excepción que tienen algunos colectivos, como los trabajadores del transporte y funcionarios públicos.

Antes de la aprobación de la reforma por la vía del decreto, las protestas se habían intensificado por parte de los sindicatos y de los trabajadores más afectados en las últimas semanas, hasta el punto de que llevaron a cabo seis huelgas generales y ocho jornadas de lucha.

Pero ahora, una vez invocado el polémico artículo constitucional, la revuelta popular se extendió a estudiantes y numerosos colectivos de la sociedad civil, que volvieron a invocar el grito de “a las barricadas” y a entonar, de nuevo como símbolo de resistencia, la letra de la Marsellesa.

Sólo en las calles de París se calcula que se han acumulado más de diez mil toneladas de basura, que a su vez sirvieron para prender barricadas durante los actos de protesta de la noche anterior y a lo largo de la jornada de hoy. Porque por segundo día consecutivo hubo marchas, actos de protesta, la toma simbólica de numerosos colegios, el cierra de calles y avenidas, y la congregación, un día más, en torno a la mítica Plaza de la Concordia, uno de los referentes de la resistencia francesa a lo largo de la historia.

El ministro del Interior, Gérald Darmanin, informó que durante las protestas se habían registrado un total de 310 detenidos, de los cuales 258 habían sido en la capital del país, pero también anunció que para resolver el grave problema de insalubridad en el que se está convirtiendo la acumulación de basura en las ciudades había decidido ordenar una “movilización forzosa” de los trabajadores de limpieza.

Además de en París, también hubo importantes actos de protesta en Rennes, Albi, Marsella y Dijon, donde hubo las concentraciones de repulsa se mezclaron con el cierre de calles, con la toma simbólica de las escuelas y con una fusión espontánea del movimiento sindical clásico con una ola masiva de estudiantes que llaman a Macron “dictador” y lamentan la “muerte de la democracia en Francia”.

El sindicalista Laurent Berger, de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), instó a Macron a “retirar la reforma de forma inmediata o en caso contrario va a sentir la cólera social, ya que es inaceptable e inexcusable la aplicación de un artículo como 49,3”.

Mientras la calle arde en Francia, en el corazón de la República, la Asamblea Nacional, se activó la ofensiva política para intentar paralizar la reforma y la utilización de la figura del decreto.

De las dos iniciativas hay sobre todo una que podría tener más posibilidades de salir adelante, que es la que presentó un grupo de diputados de centro y antiguos aliados de Macron, y que ya recibió el aval de cinco bloques parlamentarios, entre ellos el de la izquierda insumisa. Ellos mismos definieron la moción de censura como “transpartidista” y que justificaron en su oposición a una reforma que “maltrata a millones de compatriotas”.

Para que salga adelante la moción es necesario el “sí” de 287 diputados (serían 289 si no hubiera dos escaños vacantes del actual Parlamento). La clave de la votación será lo que finalmente decida el grupo de los 61 diputados de los Republicanos, que son los que finalmente tienen la fuerza para inclinar para un lado u otro la votación.

La segunda moción de censura es la que presentó el partido de extrema derecha liderado por Marine Le Pen, que cuenta con 87 escaños y que, en todo caso, aseguró que votará no solo la suya, sino también cualquier otra, aunque sea de la izquierda, para anular la adopción de una reforma que calificó de “injusta”. “Lo importante no es quién presente la moción, lo importante es que el Gobierno caiga”, aseguró.

La votación y el debate de la moción de censura se desarrollará a lo largo del fin de semana, previsiblemente el domingo, al tiempo que tanto los sindicatos como los estudiantes hicieron un llamado a sus seguidores para mantener las protestas y los actos de protesta para presionar a los diputados en la votación.

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