“Las veces que sea necesario volveremos a dar el pecho para defender la democracia. Sólo la derecha y el fascismo trataron de encubrir este golpe de Estado diciendo que era falso”, dijo el mandatario ante miles de simpatizantes que llegaron de todo el país para expresarle apoyo.
“Lucho no estás solo”, era la consiga más coreada en la llamada “marcha por la democracia” convocada por la Central Obrera Boliviana (COB) y sindicatos agrarios afines al oficialismo. Para la oposición se trató de una movilización patrocinada por el mismo gobierno, dijo el diputado opositor Renán Cabezas.
La marcha colapsó las calles del centro de La Paz. Cuatro enormes pantallas fueron colocadas en las esquinas de la abarrotada Plaza Murillo donde está la casa de gobierno y el Legislativo. “Esta plaza estaba tomada por malos militares”, dijo Arce en referencia al día de la revuelta. El viernes el clima era festivo con música y baile.
El intento de golpe liderado por el destituido y encarcelado exjefe del Ejército Juan José Zúñiga vino a profundizar la encarnizada lucha que vive el gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) entre el expresidente Evo Morales y Arce, su heredero político, por el control del aparato partidario y la candidatura oficialista a las elecciones del próximo año. Sólo uno de ellos podrá postularse por ese partido que ha dominado la política boliviana por 17 años.
Hace dos días seguidores de ambos protagonizaron un choque callejero durante una aparición pública de Morales para participar de una reunión de líderes políticos convocada por el Tribunal Supremo Electoral para acordar una hoja de ruta hacia esos comicios. El viernes los seguidores de Arce cuestionaron a Morales y lo acusaron de desestabilizar a la administración de Arce.
Morales ha calificado la revuelta militar de “show” y “autogolpe” para levantar la popularidad del mandatario. Arce acusó a Morales de “electoralizar” al país prematuramente y rechazó esas conjeturas de las que dijo buscan sembrar dudas “por intereses personales”.
La comunidad internacional manifestó su apoyo al mandatario y el propio presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva llegó a Bolivia esta semana para respaldarlo. En contraparte, el presidente argentino Javier Milei calificó de “falsa denuncia de golpe Estado” lo que provocó una tensión diplomática con Buenos Aires.
“Más allá de si fue golpe o autogolpe lo que estamos viendo es a un presidente que tiene el control del aparato estatal, de las Fuerzas Armadas y que su candidatura sigue intacta pese a todo”, dijo el analista político Carlos Cordero.
A las tensiones políticas de estos días se suma un deterioro de la economía con escasez de combustible y alzas en el costo de vida, que están alimentando las protestas sociales contra Arce. Pero para el gobierno “son problemas transitorios”, dijo el ministro de Economía, Marcelo Montenegro.