En un discurso furibundo que quedará para los anales de la historia, Vladímir Putin anunció el 24 febrero de 2022 el inicio de una «operación militar especial» en el Donbás, al este de Ucrania. Más de dos años después y a pesar del desequilibrio de fuerzas entre Kiev y Moscú o las campañas orquestadas por el Kremlin, como la ofensiva sobre Járkov de hace solo unos meses, algo está claro: aquella «operación especial» ha resultado ser una guerra de desgaste que amenaza con enquistarse.
A medida que pasan los meses y tras casi 900 días de invasión rusa, hay otra realidad que se hace cada vez más evidente: el conflicto está agotando una de las grandes bazas que ha dado oxígeno al Kremlin, el arsenal de la era soviética.
La herencia de la URSS. Aunque Rusia ha mostrado una capacidad notable para movilizar soldados y ha logrado incrementar de forma drástica su producción de munición, misiles y drones a pesar de las sanciones aplicadas por Occidente, uno de los grandes colchones del Kremlin ha sido su arsenal soviético.
Lo deslizaba ya en noviembre de 2023 la web European Security & Defense (ESD), que explicaba cómo Rusia estaba recurriendo a tanques y vehículos blindados de la era soviética almacenados en la base de Buriatia. En concreto, hablaba del uso de tanques T-54/55 fabricados entre mediados de los años 40 y finales de los 70.
Mirando el armero. El país ha seguido produciendo y renovando variantes como los T-72, T-80 o T-90, pero ESD asegura que la industria defensiva rusa no ha podido «mantener el ritmo» de fabricación y no le ha quedado más remedio que echar mano de variantes más antiguas, del T-54/55 o T-62 renovadas. Algo similar ocurriría con los vehículos blindados para transportar efectivos, los de combate de infantería u obuses que datan de la década de 1940 y cañones navales de los 50.
«En una situación en la que la industria de defensa rusa no era capaz de producir más de veinte tanques nuevos al mes de diversas modificaciones, hubo que tomar material más antiguo de las existencias para compensar el déficit de demanda. Y al final le tocó el turno a los tanques fabricados hace más de 60 años —relata ESD—. Las líneas del frente de Rusia (y de hecho de Ucrania) están llenas de tipos de armas, que van desde equipos obsoletos a otros más o menos modernos».
… Y al horizonte de 2025. ESD no es el único que se fijado en el uso que el Kremlin está haciendo de su stock de armamento. A comienzos de año el Royal United Services Institute (RUSI) publicó un informe en el que deslizaba otra idea igual de interesante: si bien el país dirigido por Vladimir Putin ha logrado dar un impulso notable a su industria de defensa, con la entrega de unos 1.500 tanques al año y 3.000 vehículos blindados de combate y un incremento exponencial en la fabricación de misiles, los técnicos de RUSI aprecian «importantes limitaciones” relacionadas sobre todo con la «longevidad y fiabilidad» de su producción.
«De los tanques y otros vehículos blindados de combate, por ejemplo, cerca del 80% no son de nueva producción, sino reacondicionados y modernizados a partir de las existencias de guerras rusas. El número de sistemas almacenados significa que, si bien Rusia puede tener una producción constante hasta 2024, empezará a descubrir que los vehículos requieren una renovación más profunda hasta 2025, y en 2026 habrá agotado la mayor parte de las existencias disponibles».
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Refuerzos no tan nuevos. El último en señalar hasta qué punto las reservas soviéticas están dando oxígeno a Rusia en Ucrania es The Economist, que acaba de publicar una crónica con un titular que deja poco margen a la interpretación: «Las vastas reservas rusas de armamento de la era soviética se están agotando».
Citando al International Institute for Strategic Studies (IISS), el semanario británico aporta un dato clave sobre los 1.530 tanques que Moscú se jactó de entregar en 2023: la inmensa mayoría de ellos, casi el 85%, no serían máquinas nuevas recién salidas de fábrica, sino antiguos T-72, T-62 e incluso algún que otro vetusto T-55 que se habían sacado del almacén para su limpieza y puesta a día.
¿Cuánto puede producir Rusia? Para entender hasta qué punto está desahogando la situación de Rusia la herencia del Politburó hay que aclarar antes otra cuestión: ¿Cuántos tanques es capaz de ensamblar Rusia? El IISS estima que en 2024 podría fabricar alrededor de 90 t-90m modernos, aunque con matices. Uno de sus analistas, Michael Gjerstad, señala que la mayoría de estos modelos serían en realidad actualizaciones de versiones más antiguas del T-90 y que la producción de T-90m de nueva factura en 2024 podría no pasar de 28.
Cuando el año pasado las tropas ucranianas capturaron una unidad T-90m supuestamente nuevo y se pusieron a examinarlo descubrieron que su cañón se había fabricado hacía más de 30 años, en 1992. Algunas estimaciones ucranianas apuntan a que la proporción de tanques realmente nuevos, salidos de fábrica, es muy inferior a la de vehículos que salen de reservas y bases de almacenamiento.
Cuestión de pérdidas y sanciones. El cuadro se completa con otras dos pinceladas, igual de importantes. La primera está relacionada con la pérdida de material que está padeciendo Rusia. The Economist asegura que durante los 24 primeros meses de la guerra el Kremlin perdió a3.000 tanques y 5.000 vehículos blindados de diferentes tipos. De hecho y para ser más precisos, Oryx asegura disponer de pruebas gráficas que atestiguan la pérdida de 3.235 tanques.
Queda la duda de hasta qué punto se ajusta esa cifra a la raelidad. Hay quien recuerda que no todas las bajas se documentan, por lo que la cifra real puede ser «significativamente mayor», pero ESD recuerda también que hay equipos dañados, abandonados o capturados que pueden ser reparados y devueltos al servicio.
Otra clave son las sanciones aplicadas por Occidente a Rusia y que pueden estar complicando a Rusia la producción de tanques. Si bien todo indica que Moscú ha logrado burlar al menos parte de esos vetos con ayuda de aliados intermediarios, hay expertos que advierten que las dificultades para hacerse con componentes ya están pasando factura al Kremlin, que se ha visto obligado a consumir su stock antes de tiempo y ha visto su antigua cadena de suministro afectada.