Durante muchas décadas, los historiadores han sabido que los antiguos maestros de finales de la Edad Media y del Renacimiento, como Sandro Botticelli, Johannes Vermeer, Rembrandt, Leonardo da Vinci, entre otros, añadían yema de huevo como medio aglutinante a las pinturas usadas en sus cuadros. Sin embargo, los motivos detrás de esta práctica habían permanecido desconocidos.
En este contexto, un equipo internacional de investigadores afiliados a varias instituciones europeas se dio a la tarea de descubrir por qué los maestros añadían este aglutinante proteínico, así como los cambios que este produce en las propiedades de las pinturas.
Según detallan en un artículo publicado en la revista Nature Communications, el grupo añadió yema de huevo fresco a los tipos de aceites utilizados por los pintores renacentistas para evaluar cómo se pueden utilizar diferentes repartos del aglutinante para controlar el comportamiento del flujo, así como la cinética de secado y la química de las pinturas al óleo.
Para ello, los investigadores utilizaron tres tipos de pinturas al óleo. La primera consistía en una mezcla de yema y aceite; la segunda tenía yema, aceite y pigmentos para dar color; y la tercera no incluía huevo. Estas fueron utilizadas para pintar distintos cuadros, en los que realizaron una serie de pruebas y mediciones, como de humedad, oxidación, tiempo de secado y capacidad calorífica.
Los investigadores descubrieron que la adición de yema ayudaba a crear una unión más fuerte entre las partículas de pigmento, lo que hacía que la pintura fuera más rígida, ideal para crear obras usando una técnica conocida como impasto.
Asimismo, señalan los autores, el huevo reduce las arrugas de la pintura, por lo que conserva mejor la forma en la que fue aplicada por el artista, y que esta permitía al pintor añadir más pigmento al óleo, lo que a su vez ayudaba a crear imágenes más vívidas.
Otro de los beneficios de este aglutinante, destacan los expertos, es que ayuda a proteger los pigmentos de las pinturas cuando están sometidas a condiciones de humedad elevada. Además, la yema también evita el amarilleamiento de las obras, al promover la formación de redes reticuladas menos propensas a la degradación oxidativa, lo que podría mejorar la conservación de obras de arte de valor incalculable.
No obstante, los científicos descubrieron que al agregar yema de huevo, la pintura tarda más en secarse, lo que significa que el pintor tiene que esperar más tiempo para añadir otra capa, es decir, la producción de obras toma más tiempo.
Según concluyen los investigadores, sus resultados demuestran cómo los artistas podrían haber utilizado materiales proteínicos para influir en el impasto de sus pinturas al óleo, superar problemas inesperados con la humedad, y para producir capas de pintura estables frente a las arrugas y la degradación oxidativa.