Manu San Félix, biólogo y videógrafo marino, se encontraba en un viaje de documentación con el proyecto Pristine Seas («Mares prístinos») de la organización National Geographic, cuando en una inmersión inicial «a pleno pulmón» detectó algo que le llamó la atención y bajó a unos 13 metros de profundidad.
Se trataba de un megacoral. A diferencia de un arrecife, que es una agrupación de corales de diferentes especies, este era un organismo único y enorme de unos «700, 800 o más años de antigüedad», según estimó San Félix en conversación con BBC Mundo.
«Una catedral»
En las 52 expediciones que ha realizado con Pristine Seas, el videógrafo español no había visto algo semejante, pero sabía que estaba ante algo muy especial. «Una catedral», lo llamó.
«Este es un sitio donde las aguas tienen buena visibilidad y vas paseando como por encima de una ciudad y, de repente, ves un monumento, porque además las dimensiones no se alejan mucho. Iba bajando y se me ponía una sonrisa en la cara».
Cuando se acercó el barco de buceo, le pidió a su colega, que resulta ser su hijo y es también biólogo, que le ayudara a tomar la posición del sitio para no perderlo.
Se sumergieron con tanques esta vez y pudieron ver claramente la enormidad del organismo.
Manu San Félix lleva 15 años con Prisitine Seas videograbando lugares remotos, explorando zonas poco conocidas y colaborando con las comunidades locales para ayudar a proteger sus recursos marinos.
El equipo está compuesto de otros biólogos que hacen un trabajo puramente científico, y con ellos compartió la información del megacoral.
Temprano al día siguiente, planificaron una expedición donde unos ocho buzos tomaron medidas precisas para certificar que era el coral conocido más grande del planeta, mientras Manu filmaba y fotografiaba todo el proceso.
Los científicos catalogaron la especie como Pavona clavus, que alberga camarones, cangrejos, perces y otras criaturas marinas.
Con un metro especial para tomar medidas submarinas, registraron el tamaño del coral en 34 metros de ancho, 32 de largo y 5,5 de alto.
Una vez pasado el asombro del descubrimiento, la pregunta que se les vino a la cabeza fue ¿está sano?
En su larga trayectoria, desgraciadamente han visto corales en muy mal estado, muriendo o ya muertos debido al cambio climático, el calentamiento del agua y otros factores como la contaminación.
Para sorpresa agradable de todos, «el coral está en muy buen estado de salud y no presenta ninguna indicación de blanqueamiento o de cualquier tipo de enfermedad», expresó San Félix refiriéndose al diagnóstico del doctor Eric Brown, una autoridad en corales que viaja con la misión.
«Mientras que los arrecifes en aguas someras aledañas estaban degradados por mares más cálidos, ser testigo de este gran y saludable oasis coralino en aguas un poco más profundas ofrece un rayo de esperanza», expuso Brown.
Una biblioteca viva
El paso siguiente será comunicarles todos los datos al gobierno de Islas Salomón.
«Ellos tendrán que estudiar para hallar la gestión correcta con este tesoro natural, con este monumento natural», señala el biólogo español.
Es una gran oportunidad para la investigación, comenta. Para saber, por ejemplo, cómo llegó a este lugar, cómo se formó de un sencillo pólipo de coral a multiplicarse en millones de otros pólipos para alcanzar semejante tamaño, por qué está en tan buen estado y, finalmente, cuál es su edad.
«No se sabe con exactitud, pero este megacoral puede tener 700, 800 años o quizás más», calcula San Félix. «Es una biblioteca viva, que lleva almacenando y aprendiendo sobre las condiciones del océano durante años».
Pero advierte que, además de admirarlo, se debe aprender a respetarlo y protegerlo, principalmente ante la amenaza principal que enfrenta el planeta en general, que es el aumento de las temperaturas del agua.
Globalmente, los corales están bajo presión severa a medida que los océanos se calientan debido al cambio climático.
Frecuentemente descritos como los «arquitectos» del mar, los corales pueden agruparse para formar inmensos arrecifes donde viven peces y otras especies.
Los arrecifes coralinos también son la base de la supervivencia de miles de millones de personas, así como una fuente de turismo y pesca, según el Fondo Económico Mundial.
La especie descubierta por Manu San Félix se encuentra en aguas más profundas que otros corales y arrecifes, lo que pudo haberlo protegido de las temperaturas más altas en la superficie.
«En principio, los corales son muy sensibles. Viven en aguas tropicales que se caracterizan por la estabilidad de la temperatura que es prácticamente la misma todo el año», explica.
«Entonces, esas subidas de temperatura son en este momento la gran amenaza», afirma.
De hecho vemos cómo están sufriendo desgraciadamente los arrecifes de coral en esta misma zona de Islas Salomón, en Papúa Nueva Guinea, en Palau, en Islas Marshall, en Micronesia y en un montón de sitios donde hemos estado.
El ministro para el Clima de Islas Salomón, Trevor Manemahaga, le dijo a la BBC que su nación está orgullosa del reciente descubrimiento.
Hablando desde la sede de la conferencia sobre cambio climático COP29, en Bakú, Manemahaga resaltó la importancia de los recursos marinos para la economía de su país.
«El coral es muy importante… y es crucial asegurarnos de que nuestro coral no sea explotado».
Por su parte, Manu San Félix no sale de su felicidad por haber estado presente en un momento tan especial que para él y el equipo de biólogos de Pristine Seas es «un sueño».
«He tenido la fortuna de poder ser el primero en verlo. Pero lo más importante es que es un bien para Islas Salomón y toda la humanidad».