Si bien los problemas como la pérdida de masa ósea, el debilitamiento del corazón y la vista, y el desarrollo de cálculos renales se conocen desde el primer alunizaje en 1969, nadie había estudiado previamente los cambios que se producen en los riñones y otros órganos por estar en el espacio durante períodos prolongados.
Se analizaron los datos de más de 40 misiones espaciales a la órbita baja con humanos y ratones, la mayoría de ellas a la Estación Espacial Internacional, así como de 11 simulaciones de vuelos espaciales con ratones, en siete de las cuales las dosis de radiación cósmica eran equivalentes a las de misiones a Marte de 1,5 a 2,5 años. Así, los científicos descubrieron cambios alarmantes tanto en los riñones humanos como en los de animales.
Los túbulos renales responsables de ajustar el equilibrio de calcio y sal mostraron signos de encogimiento después de menos de un mes de exposición a las condiciones espaciales, lo que los investigadores achacaron a los efectos de la microgravedad. Los riñones de los ratones expuestos a radiación cósmica durante 2,5 años sufrieron daños permanentes y pérdida de función, algo que deberían tener en cuenta los astronautas que se plantean la posibilidad de emprender un viaje a Marte de tres años.
«Si no desarrollamos nuevas formas de proteger los riñones, diría que aunque un astronauta podría llegar a Marte, podría necesitar diálisis en el camino de regreso. Sabemos que los riñones son tardíos en mostrar signos de daño por radiación; cuando esto se hace evidente, probablemente sea demasiado tarde para prevenir la falla, lo cual sería catastrófico para las posibilidades de éxito de la misión», advirtió uno de los autores del estudio, Keith Siew, del University College de Londres (UCL).